Sola, otra vez sola. Pues mierda. Ese desagradable interés de las personas de hablar de ti y no contigo, de acercarse a ti, saber tu vida y luego contársela a los demás. Ésta asquerosa y repugnante sociedad donde debes estar ahí para los demás, pero ni siquiera soñar con que te ayuden; donde destruir, humillar, insultar y degradar a una persona, es la máxima demostración de poder, donde frente a un adulto te doblegas, te justificas y sonríes, mientras que con los demás mientes, utilizas y delatas.
La angustiante sensación de tener lágrimas a flor de piel, pero no sacarlas por fortaleza y por no parecer imbécil ni dramática a los demás. Damos asco, pena y lástima, y por eso hacemos lo imposible por minimizar a los responsables, y por sacarnos valía de estupideces. Y las pocas luces que quedan, nos enfocamos en apagarlas.
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