jueves, 5 de mayo de 2016

Detalle sorpresa

So. Ayer fue uno de esos dias donde vi una cartulina y se me prendió el foco; y como era domingo, vi tiempo suficiente para hacerle esto a mi novio:












  • 290 razones para amarte (una por cada día juntos):
 Con este regalo hay dos acotaciones:

1. Normalmente son 365 razones, pero me picaban los dedos por hacerle esto YA. (En realidad llevamos más de 290 días juntos, pero decidí tomar como punto de partida nuestra fecha).


2. Realmente tuve que cambiar de pote, porque los mil papelitos no entraron en el primero.


Esto en sí es bastante sencillo, cortas tiras de papel o cartulina (o ambos, ¿por qué no?) . Escribes en cada papelito una razón por la que amas a esa persona y lo doblas. Inicialmente pensé en enrollarlos como papiros, pero no tenía liguitas para sostenerlos.


Llenas el potecito, decoras, ¡Y listo!






  • Torta loca:
Realmente no sé si ese es el nombre de la receta, pero así la encontré. La mezcla no lleva ni leche, ni mantequilla ni huevos (la maravilla porque es justo lo que no tenía). Dividí la mezcla en dos, dejé una parte solo de vainilla y rellené los moldes de corazón (a mi novio le gusta más la vainilla que el chocolate); luego le agregué cacao y café a la mezcla restante y horneé todo.

Debo decir que para no poseer todos los ingredientes tradicionales de una torta, todo quedó buenisimo. De hecho me recordó a los ponquecitos que mi mamá solía comprarme para la merienda.


Para rematar, y simplemente para entrarle más a lo dulce, embadurné todo con leche condensada.


Corté la torta en pedacitos y agarré algunos ponquecitos, puse tódo en capacillos e hice una cajita (la saqué del canal de Youtube  ConsejosJavier) y acomodé todo así:










  • Comida:
Parte de mi plan también era que él no cocinará; pero terminé parándome tarde así que tuvo que prepararse el desayuno (lo siento amor :c). Sin embargo, si tenía preparado el almuerzo: otra deliciosa hamburguesita, ésta vez de carne.






Fue suuuper improvisado, pero al fin y al cabo, lo que derrite es la intención de la otra persona. Yo me he sentido toda una artista y una diosa al recordar la sonrisa que mi novio tuvo todo el día desde que me vió en la puerta con las cosas <3


lunes, 2 de mayo de 2016

Todo

Existe una curva que el cuerpo humano sabe hacer desde que nace, aunque a veces la reprima. Esa misma curva puede ser falsa, fingida, intensa, brillante, sencilla... Y una sola curva llega a pasar por todas esas fases. Incluso más. Esa curva primero es inconsciente, aparece por seguir o por imitar; hasta que una ráfaga de años nos atropella y nos hace darnos cuenta que se puede controlar, y entonces, en la mayoría de los casos, comenzamos a inspeccionarla, a vigilarla, a oprimirla, a juzgarla. Y en algunos casos, o, debería decir, en la mayoría de los casos, pierde su brillo original. 

Esa curva se forma entre dos montañas, ya sean altas o bajas, y se extiende como un valle, como un puente sobre un río. Esa curva suele ser también puerta. Y por esa puerta puede salir odio, fantasía, amor, dolor, desesperación, cualquier emoción humana; y puede salir en un volumen muy alto, bajo, casi inaudible, sonoro. 

Y esa curva puede experimentar cambios. Cambios que pueden ser ocasionados por una persona. Y esa misma curva que una vez fue débil, va haciéndose fuerte, aparece cada vez que la otra persona está cerca, y comienza a ser recurrente que, con sólo pensarla, también sucede. Y cada día aparece más, y brilla más, y a veces desaparece un rato, sólo para volver más fuerte, más sabia, más sencilla y brillante.

Y llega un momento en que eso es todo. En que esa curva en ti sólo la produce ESA persona, sucede que te das cuenta de cuanto bien y cuanta paz te trae, sucede que sólo quieres estar con esa persona, sucede que te enamoraste, no sólo de su presencia, sino de lo que causa en ti. Sucede que amas levantarte, sucedes que TE amas.

Y esa curva en esa persona se convierte en tu todo. En el inicio, en el desarrollo, en el final inexistente, en la meta, en el sueño, en el premio, en tu utopía. Porque hay una parte de ti que sólo quiere retribuirle a esa persona todo el bien que te ha hecho, todo el amor que te ha dado, y toda la felicidad y plenitud que te ha brindado.