Como le prometí a la Virgen que si lograba sacar la cédula me ponía a lavar toda la ropa sucia, pues mi dia inicia y termina con la lavadora. En un intermedio corro a buscar mi cédula y pues... me hubieran dicho y la plastificaba yo. La burbuja que tiene es más grande que Caracas en un mapa, y el plástico es tan blandengue que hasta puedo enrollarla.
Le iré a sacar veinte copias por si acaso, porque basta que
no tenga un papel para que me lo pidan cuando me vaya. Lo único bueno es que
con la presión de la promesa casi que guindo ropa del techo. Creo que con unas
lavadas más mañana debo haber terminado. Estoy exhausta, pero igual es algo que
tenía que hacer.
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